jueves, 25 de marzo de 2010

FALLAS 2010. Ni Fallas, ni Follas: BABANU 2010 (III)


Capítulo 3: How we met our Babanu.


One Ring inscription.svg

“Un vin sa reglementeze toate o betivi, un vin sa le urmareasca, un vin sa atraga toti si ii legau, botul si sodomizarlos In borracheraâ”


Ciertamente, el rumano no es la lengua de Mordor pero sí es la lengua de Transilvania, confortables lugares con algunas cosas en común. Lo que llama la atención es que de una lengua de fonología tan ruda como el rumano pueda surgir una palabrilla aparentemente tan bobalicona: "Babanu". ¿Os imagináis a Vlad Draculea "El empalador" diciendo "Babanu" mientras empala a sus prisioneros? (consultar interesantísimo artículo en wikipedia sobre la maravillosa vida de este hombrecillo http://es.wikipedia.org/wiki/Vlad_el_empalador). ¿Os imagináis al Conde Drácula acabando su siempre acojonante discurso previo al festín de sangre con un solemne y tenebroso "babanu"? La verdad es que si te lo imaginas, eso parece más la escena cutre de una película mala de Will Ferrell que un momento terrorífico. Así pues, podemos estar de acuerdo en que "babanu" no parece ser un vocablo ni propio ni digno de una lengua tan ruda y tan pétrea como el rumano; sin embargo, esta conclusión es un prejuicio sin más fundamento que la propia ignorancia. Ella puede hacernos creer erróneamente que en Rumanía beben esto:

... cuando en realidad beben esto:

¿Por qué? Bueno, parece ser que a los rumanos les convencen con un tipo de publicidad muy "convincente" y algo "agresiva": http://www.youtube.com/watch?v=NozwZ01ro9Y. El anuncio no tiene desperdicio pero para nosotros no es precisamente el elegante anuncio de Freixenet. De haberlo visto antes, quizá nos habría convencido, aun más si cabe, de que estábamos ante un vino "barato" pero ¡vaya!, bastó beberlo para convencernos: "¡Seh, esta mierda es buena!".

Señoritos y señoritas, ¡al loro! ¡que no os embauquen!: Babanu es más que un vino rumano barato y "Babanu" no es una mera palabrilla bobalicona. No, señoritas y señoritos, Babanu es mucho más que eso. ¿Qué qué es Babanu? Bueno bueno, todo a su tiempo. Primero os contaré "como conocimos a nuestro Babanu”.

Retomemos la historia. Nos habíamos quedado en que nuestra suerte definitivamente había cambiado. Sí, Valencia ya empezaba a tratarnos como nos merecíamos. Esta idea se confirmo en nuestra merienda-cena de las 8 de la tarde: Marta, Juanma, Amador y yo nos zampamos una especie de bocadillo de pan blando con huevo, carne, lechuga y no sé que putas más. La verdad es que estaba bueno el jodio pero no parecía ser capaz de llenarnos lo suficiente como para ser nuestra cena. Pensamos que tendríamos que cenar algo no mucho más tarde pero para nuestra fortuna estábamos equivocados: con ese pequeño “rodonet” aguantamos 8 horazas de fiesta Babanu hasta el kebab de las 4:00 de la madrugada. Como diría el kalandraka: Especmícul!

Después de la merienda-cena trazamos el plan de acción inmediata: embarcarnos en una odisea en busca de vino y Coca Cola atravesando las hordas de orcos y trasgos (killos y canis para los que no halláis pillado el símil friki) que abarrotaban la avenida de Xàtiva. Sabíamos que encontrar Coca Cola sería pan comido pero que el problema estaría en localizar el vino: era día festivo, los puestos de la calle no pueden vender alcohol y eran ya las 21:00 hrs. Había que sacarse algo de la manga.

Tras media hora de vueltas de búsqueda infructuosa, pasamos al plan B: buscar grupos de jóvenes con botellas en la mano con la esperanza de que nos chivaran el origen de su material. Si bien fracasamos en los dos primeros intentos (el primer grupo había traído su material desde casa mientras que el segundo grupo lo había comprado en un 24 horas que estaba en "Cuenca"), en el tercero encontramos motivos para la esperanza. Se traba de un grupo de chicos y chicas que estaban bebiendo cerveza en la Plaza del Ayuntamiento y a los que Kalandraka-man se acercó haciendo gala de su habitual “don de gentes mallorquín”. El chico que hizo de portavoz del grupo, un muchacho colombiano o ecuatoriano que tenía un frondoso matorral de pelo-polla (expresión fea pero que lo describe a la perfección) y una frente del tamaño del Camp Nou, nos dijo que la habían comprado en una calle de al lado de la estación, a diez minutos de allí. Le preguntamos si sabía si había vino en esa tienda. Nos respondió que ni zorra. Nosotros no queríamos cerveza (recordad que el cuerpo nos pedía claramente calimotxo) pero era la única información fidedigna que teníamos así que hacia allí nos dirigimos.

Bastó dar unos cuantos pasos para comprobar que la dichosa calle en cuestión era el puñetero Callejón Diagón de las chuches, de los churros y de los petardos, ¡joder! ¡Sobretodo de los petardos! Desde mocosos de 5 años hasta hombres de 90 años tirando petardos por la calle, algunos incluso tirándolos a traición a los transeúntes que, en lugar de quejarse, se partían. (Valencianos...) Tras entrar la calle en cuestión, caminamos unos 50 o 60 metros buscando la dichosa tienda y en nuestro periplo encontramos tres establecimientos con posibilidades de satisfacernos como clientes: dos chinos y un garito que más que garito parecía un garete. Pero nada, ninguno tenía vino, solo cerveza-beer-coca-hachís.

Reanudamos la marcha. Unos cuantos metros más adelante, nos encontramos nuevamente a nuestro amigo el muchacho colombiano o ecuatoriano que tenía un frondoso matorral de pelo-polla y una frente del tamaño del Camp Nou. Estaba frente a nosotros, mirándonos con la típica sonrisita de borracho, mientras nos señalaba el interior del local que tenía en frente. Era la dichosa tienda que nos había dicho antes. Mientras a los otros se les iluminaban los ojos de esperanza e ilusión mirando hacia el cutre interior del establecimiento, yo me preguntaba cómo cojones nuestro amigo pelo-polla de enorme frente había llegado antes que nosotros a esa tienda. Le habíamos dejado hablando con sus colegas y no tardamos más de 10 minutos en llegar allí. O el tío era Flash o tenía un gemelo (como si uno no fuera ya lo suficientemente feo para el universo). Se lo preguntamos pero su respuesta fue una sonrisa misteriosa… o lasciva, porque juraría que estaba mirando a Marta en ese momento. En fin, quizá nunca sabré cómo lo hizo, lo que está claro es que fue algo sorprendente pero a lo que entonces nadie dio excesiva importancia, y no es de extrañar: queríamos vino, estábamos frente a una tienda con altas probabilidades de ofrecérnoslo y lo demás nos sudaba la (pelo-)polla, ac ac ac.

Pues bien, momento de la verdad: ¿encontramos finalmente el Babanu allí? No. No sé qué vino había en esa tienda pero, fuera el que fuese, ya se había esfumado y solo les quedaba cerveza-beer-coca-hachís. ¡Mierda! Creo que a todos se nos pasó por la cabeza en ese momento que tendríamos que resignarnos a beber cerveza, pero el cuerpo nos seguía pidiendo (¡exigiendo!) calimotxo… Aun me lo sigo preguntando: ¿por qué tanta insistencia UNÁNIME en beber calimotxo? Nadie votó renunciar a buscarlo y resignarse a beber cerveza. ¿Casualidad, necesidad, destino… o magia rumana de esa chunga pero guay? Que cada uno saque sus propias conclusiones pero algo ya se respiraba en el aire, y no era el olor de la pólvora.

Caminamos unos cuantos metros más por la calle hasta que Juanma encontró una pequeña tienda rumana rancia. No es que fuera fea, era larga y luminosa pero su stockaje era ridículo: unas pocas conservas, unas cuantas bebidas y cuatro cachivaches más cuyas etiquetas estaban escritas en una lengua extraña que, dedujimos, debía ser rumano. Como diría mi buen amigo el kalandraka: very suspicious. Sea como fuere, era nuestra última esperanza así que entramos y buscamos vino. 30 segundos después de entrar en la tienda, kalandraka nos llamó emocionado: “he trobat vi, cagon cròstol! Si no tuviera en cuenta el cúmulo de circunstancias y vicisitudes que os he relatado con anterioridad, diría que allí nos encontramos el vino pero en realidad creo que es más adecuado decir que el vino VINO a nosotros pues todos los acontecimientos de ese día nos habían llevado inexorablemente a pararnos frente a él. Por fin, ahí estaba: una garrafa de cristal de 3 litros de capacidad con valor de 9 euros. ¡¡Cagon dei, son 3 litrazos de “vinamen” rumano!!exclamó el Hombre que Ama justo cuando todos mirábamos emocionados la garrafa. En su etiqueta se podía leer:

BABANU, vin de boie buna. Demisee, 3 litri. 12% vol.



Vino BABANU… cá-ga-te. Estábamos tan contentos por haber encontrado vino de una puñetera vez que su“imponente” apariencia, “exótica” procedencia y su “dudosa” calidad no nos echó para atrás. Ahora bien, eso no quita que el nombre no nos llamara la atención y diera para hacer algún que comentario gracioso-pero-sin-gracia como “bebababanu jaja” o “somos los babanu boys jojojo”

(Esto último me lo acabo de inventar pero si hubieran estado Toni o Juan seguro que los hubieran hecho. Toni, Juan, os queremos).

Habían dos garrafas más de vino Babanu pero tras hacer nuestras cuentas de la lechera (3 litros de vino más dos litros de coca cola para 5 personas, a 3 y pico euros por persona) nos convencimos de que con una garrafa sería suficiente. ¡Y tanto que lo fue! Cuando fuimos a pagar a la caja nos encontramos con una dependienta de mediana edad que nos cobraba y con otra, un poco más joven, que nos metía las cosas en bolsas. A ésta me acerqué yo y le pregunté si sabía si ese vino estaba bueno. La mujer me respondió amablemente que lo sabría cuando lo probara, frase que acabó guiñándome el ojo y dirigiéndome una mirada cómplice. Me pregunto si sabía lo de Babanu o simplemente me estaba tirando la caña. Cuando pagamos, Kalandraka-man dio la orden de abandonar el lugar: “aquí no tenen tassons. Au, al.lots! anem a comprar a un altre puesto!”. Ya estábamos fuera de la tienda cuando eché un último vistazo a su interior. La dependienta de las bolsas volvió a guiñarme un ojo y a sonreír de manera extraña. No sería descabellado pensar que esa mujer ya sabía lo que iba a pasar. Presumo que habría visto alguna vez en la tele de su país lo que implica beber Babanu: http://www.youtube.com/watch?v=Yx0VOJqqHz0&feature=related. Sea como fuere, a esas alturas ya daba igual, todo dejó de ser normal el resto de la noche. Babanu había caído en nuestro poder… o mejor dicho: nosotros habíamos caído en poder de Babanu.

Al salir de la tienda era yo quien llevaba el Babanu y he de decir que nuestra relación no empezó precisamente bien. La garrafa pesaba un huevo y teníamos que hacer un camino de unos 15 minutos para ir a comprar vasos y reunirnos luego con Santi. Nada, que era un coñazo llevarla. Al final, al reunirnos con el bueno de Santi (demasiado tiempo sin él) dejé de ser el portador de la garrafa, pude ir al baño y fui un poquito más feliz. A veces la vida puede ser maravillosa. Ya cargados con todo el material nos dirigimos en busca de un lugar decente para hacer nuestro botellón de Babanu con Coca Cola en nuestros vasos de litro.

Eramos jóvenes e inexpertos pero estábamos felices. Ya teníamos todo lo que podíamos desear: amigos, fiesta, alcohol... bueno, sólo nos faltaban los efectos del alcohol, pero a eso íbamos. Sin duda, aun no eramos conscientes de que ya estábamos completamente imbuidos por el espíritu de Babanu 2010 pero ya no tardaríamos mucho más en darnos cuenta. Por delante nos quedaba una larga noche que dio para ver como una falla ardiendo casi mata a Amador, vivir un botellón legendario con alucinaciones especmakalares, encontrar un baño guarrísimo pero milagroso en un momento de máxima necesidad, tropezar con una tienda de Toni&Guy de lo más curiosa, recibir una invitación inesperada a ver la "Cremà" desde las alturas, toparse con más rumanos, contemplar tronchante Bear Grills a lo José Mota y mucho, mucho, mucho más. Sí, chicos, soy un artista alargando las historias pero merecerá la pena. No os perdáis el próximo episodio.

To be continued...



2 comentarios:

nyc dijo...

Joder Nata, la historia interminable.
Lo de Babanu Boys es algo que hubiera dicho Toni, yo soy mas Somos Siete Poppers.
Y cuando comprasteis la botella y os fuisteis y tu volviste a mirar la mujer y ella te sonrió y te guiñó el ojo, hubiera sido mejor que de repente desapareciera con una sonrisa maléfica.

Hank dijo...

El tío del pelo-polla más que frente de Camp Nou, ya sabes que soy más del "ese tío tiene cara-mulo".